lunes

DICHOS Y HECHOS... 2

Un ejemplo de las ocurrencias de Melgarevo. Cuando se desató la pandemia de la gripe porcina, le explicaron que la llamaban así porque creían que se originó en los porcinos (los chanchos pues Jefazo, le explicaron). Y su orden fue terminante e inmediata: prohibió la importación de chanchos y productos de chancho de México, Estados Unidos y Canadá. Sagaz Melgarevo.
Había nacido en un la parte baja de un ayllu pequeño llamado de los Uqas, Hurinuqa, castellanizado luego a Orinoca y que gracias a las habilidades de Melgarevo terminó llamándose Orinoyo. Aquí Orinoyo, decía el Melgarevo de chiquito, y lo hacía, no importaba dónde. Esa fue siempre su virtud, no la de hacerlo en cualquier parte, como expresión del grado de respeto que sentía por los demás, sino la de decir lo que iba a hacer, y hacerlo. Sincero Melgarevo, ni duda cabe.
Cuando llegó a la Presidencia de Boludia, el General Melgarevo declaró a Orinoyo el ombligo del mundo, convirtió la casa de su madre en museo y exhibió en ella hojas de coca pisoteada, actas con el 100% de votación a su nombre que le regalaron las cinco federaciones que eran seis, y el traje de emperador incaico que le hicieron vestir el día de su posesión. Nunca se dio cuenta de que los callawayas se vengaron de él, que era aymara, vistiéndolo con las ropas quechuas de quienes sometieron a su pueblo de la manera más violenta y sangrienta. Ni modo. Los europeos y las cadenas mundiales de televisión estuvieron tan fascinadas como Melgarevo que, sin tocar ni pito ni quena, tuvo ese día tanta audiencia como los K´arkas en Quito. Y ahí está el famoso traje, declarado patrimonio cultural de la humanidad, colgado de una percha en el Museo Nacional de Orinoyo.

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