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DICHOS Y HECHOS DEL GENERAL MELGAREVO

No era general, pero se vestía y comportaba como tal. A lo más que llegó fue a Secretario General y al pasar a la Presidencia por supuesto dejó de lado lo de Secretario aunque lo siguió siendo. Oficialmente, lo era de la Coordinadora de las Cinco Federaciones de Productores de Materia Prima para la Producción de Cocaína y Ramas Anexas. Tampoco eran cinco las federaciones, sino seis, pero Melgarevo solamente tenía cinco dedos en la mano así que ni modo. Los dos dedos de frente no le servían para contar, porque tampoco eran dos, así que ni modo.
Pero tanto le gustaba lo de general que se vestía como tal, con unos sacos carísimos de tela artesanal que diseñó en exclusiva para él la más exitosa y cara de las diseñadoras del país. Como el general se rebajó el sueldo, pues no tenía familia que mantener y sus costos de alimentación, vivienda, transporte y salud corrían por cuenta del Tesoro, nunca se supo cómo pagaba esos trajes. Pero los usaba en toda ocasión y se lo veía elegante y fino.
En lo que no cedió fue en los calzados. Ni las abarcas típicas de los campesinos, ni las botas que hubieran hecho juego con su actitud. Melgarevo andaba de zapatillas deportivas, de modo que no perdía tiempo cambiándose cuando dejaba una aburrida reunión de gabinete para jugar a la raqueta o mandarse una pichanga de futbol con la guardia presidencial (que naturalmente perdía siempre con entusiasmo frente a tan insigne goleador). Luego retomaba la agenda y admiraba a los embajadores con esas zapatillas espontáneas y su deportivo aroma.
La pasión de Melgarevo era el fútbol. No cualquier fútbol, sino el suyo. En una ocasión puso todos los recursos del estado, y se dice que también de los cocaleros, para traer un equipo de jubilados argentinos capitaneado por Macanadona. Los hizo vestir la celeste y blanca y él armó su equipo con la verde nacional, poniéndose obviamente la camiseta 10 que lo equiparaba a Diego. Decretó feriado el día del partido, y el canal estatal lo transmitió por todas las repetidoras nacionales y, sin pudor alguno ni temor al ridículo, lo emitió también a nivel internacional. Por supuesto, Melgarevo metió un gol que los presentes aplaudieron y los pocos televidentes celebraron con carcajadas.
Varios meses después volvió Macanadona, esta vez con el equipo titular de su país, y sufrió una de las derrotas más humillantes a pies del seleccionado nacional. Fue tan sorprendente el resultado, que el país se quedó sin festejar, pasmado frente a tan inesperada hazaña. Melgarevo, en su transparente intimidad, confesaría después que él hacía barra por el equipo de su amigo Diego, “para que no nos castiguen por la altura” dicen que dijo a un boquiabierto periodista de Página 12.
El General Melgarevo era lleno de ocurrencias y su espontaneidad la celebraban todos, especialmente los europeos. La sufrían los bolivianos, pero ni modo.

1 comentario:

Tony Mendez dijo...
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